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Propietarios e inquilinos en jaque - 23/02/2023

Escuchamos habitualmente a muchas personas y comunicadores hablar sobre la realidad del mercado inmobiliario en referencia a los alquileres. Y como es lógico, mostrarse sensibles con quienes son, aparentemente, el eslabón más débil, los inquilinos.

Lamentablemente y desde hace años, la realidad de la vivienda no afecta solo a quienes las necesitan para vivir, sino al pequeño inversor, a quien siguiendo los consejos que por generaciones se les dio, invirtieron en “ladrillos”. Y hoy se encuentran con que no estamos en el mejor momento para hacer rendir su esfuerzo.

Los negocios son negocios. Quien invierte quiere y necesita ganar dinero para recuperar lo invertido y hacerse de una renta. Es sano, es necesario y transparente. Detrás de una vivienda en alquiler no hay monstruos o usureros, suelen radicar personas que quisieron asegurarse un “extra” con los ahorros que pudieron en algún momento generar, con el esfuerzo de años, o en menor caso con el esfuerzo de sus padres que en herencia se los transmitieron.

En nuestro caso, en ésta localidad, no hay grupos de “sojeros”, gente del “agro” o grandes capitales, sino todo lo contrario. Vecinos que soñaron con hacer una o dos unidades funcionales, a lo máximo unas “casitas”, para lo que anteriormente mencionamos.

Leer en noticias que los propietarios son descorazonados personajes insensibles que solo pretenden ganar con la necesidad ajena, y como agente inmobiliario, me lleva a pensar si esa misma realidad no se da en cada servicio, en cada acción comercial: recibir una compensación en la que se gane por determinado trabajo o hecho.

No conozco muchas personas que dediquen su vida al servicio comunitario sin pretender ganar dinero para subsistir, de mínimo.

Si analizamos el mercado veremos que nuestros alquileres hoy están muchísimo mas barato de lo tolerable para hacer una rentabilidad lógica.

Veamos con un ejemplo:

En 2014 un departamento de 2 dormitorios, buena calidad, buena ubicación en El Calafate rondaba los U$S 400. Hoy esa misma unidad y con contratos renovados a la fecha puede tener un valor estimado de U$S 150 o 160.

Expresado en pesos parece que hoy se paga una exageración y que antes era mas “económico”. Sin embargo, para el asalariado promedio era mas accesible un alquiler en el 2014 que hoy.

Lo que nos pasó de por medio es un gran período inflacionario, una ley de alquileres que daña a locador y locatario y un factor moderno como el alquiler de esas unidades por día en sitios especializados que dan una rentabilidad mucho mas atractiva a sus dueños.

Nadie con dos dedos de frente invertiría en un mercado inestable, donde la recuperación de lo invertido (tasa de retorno) supera los 30 años (cuando otrora era de solo 9 y aun menos años).

El inversor buscará otro destino a su dinero, y el que aun tenga capacidad de ahorro invertirá donde haga rendir sus “monedas” que es el alquiler temporario, cuando no, la pondrá en un fondo de inversión, un plazo fijo, etc.

Sumado a ello, lo cotidiano, nos hace ver realidades que dañan mas aun las posibilidades de sostener locaciones urbanas. La simple rotura de un artefacto, como un termotanque en el 2014 se llevaba aproximadamente el 50% del alquiler mensual promedio. Hoy se lleva tres meses locativos, en que el dueño no ve, ni por asomo su renta.

Los alquileres no están caros, estamos devaluados, el mercado deformado con inquilinos necesitando alquileres con sueldos bajos, y la chance de parte de los propietarios de poner a jugar su capital donde mas les rinda. ¡Es la economía! Diría la campaña de Bill Clinton.

Es un sálvese quien pueda en un mercado mal regulado, con exigencias incongruentes, sin acceso al crédito hipotecario y donde lamentablemente no se observa redistribución de lo que se genera, por ejemplo, en nuestra plaza turística.

De no revertirse esta realidad, no solo no mejorará la situación, por mas presiones que se formulen sobre los dueños de inmuebles, sino que se profundizará la crisis. Es tarea urgente que se revea la actual ley, y se genere un marco normativo coherente, en que ambas partes estén en igualdad de condiciones.

Es necesario prever un sistema de crédito hipotecario digno, como existió durante muchas décadas para que las familias de clase media pudieran acceder a sus casas. Y por sobre todo es necesario reglas de mercado claras que no permitan que inescrupulosos actores terminen actuando y a “río revuelto”, por fuera de la ley “obtengan su ganancia” aprovechando la necesidad de inquilinos que se someten a aceptar lo que sea con tal de acceder a una casa.

Tuvimos un mercado inmobiliario que nos permitió a muchos tener estabilidad, de un lado y del otro del mostrador, que nos dio la posibilidad a quienes ejercemos la tarea de administradores de crecer y ser quienes vinculaban ambas partes con garantías mutuas. Con rentas dignas para propietarios y alquileres pagables para inquilinos. A ello se debe intentar volver.

Daniel G. Fernandez

  Martillero Público